Declaración de Hauna

Hauna Verwilghen; nacido en Amberes en el 48, estudió Derecho, trabajó para distintas empresas siempre en el rubro textil, casado en el 74, dos hijos, se separa hace dos años. Declara no haber tenido relación con la pareja china con anterioridad al encuentro casual en esta cabaña. Manifiesta que le han parecido muy amables y que si de alguien sospecha es de Amadeo. El motivo: 1) porque ha desaparecido, 2) porque está loco: una mañana lo sorprendió hablándole al muñeco de nieve. “Me daba miedo ese muchacho”, afirma. La noche en cuestión, manifiesta haberse ido a la cama a eso de las doce de la noche, luego del malogrado intento por disfrutar del sauna. A la una menos cuarto apagó la luz y miró hacia fuera por la ventana: “Al lado del muñeco de nieve, Amadeo y la pareja de chinos se abrazaban, parecía que estaban festejando por algo. Los iluminaba la luz de unas velas. Deduje que estaban haciendo las paces por la rencilla de la noche. Me alegré por eso. Luego del abrazo veo que los tres juntos se alejan con dirección al sauna. Aristóbulo, el escritor, dormía. Es todo lo que puedo decirle. Me dormí al instante. ¡Ah… me olvidaba!: Aristóbulo tomó notas, como todas las noches, hasta eso de las doce y media. Entre nosotros: ese hombre también tuvo algo que ver con el asunto: no quiere decir donde está Amadeo, seguro sabe. El griego no estaba en la pieza, según tengo entendido pasó la noche en una tienda en la montaña con una de las muchachas norteamericanas. En algún momento de la madrugada me despertó un ruido en la habitación, alguien entró. No abrí los ojos, supuse que se trataba de Amadeo. Al segundo escuché que la puerta se cerraba. Eso es todo lo que puedo aportar. Qué desgracia, inspector. Cuando uno está de vacaciones quiere estar tranquilo. Mire en qué ha terminado todo. Esto es una locura…”